jueves, 27 de enero de 2011

Párate a pensar.


-Te gusta, ¿verdad?
-¿A mí? ¿Él? No...
-No lo dudes.
-Bueno... Sí, la verdad es que me encanta, pero tú ya lo sabes.
...
-¿Sabes qué? Si se parase a pensar... Se daría cuenta de lo que siento, se daría cuenta de todo.
-Puede que haya que abrirle los ojos.
-Tal vez, pero deja que cuide sus ojos durante algo más de tiempo, ya se los abriré...




Si, me gusta, me encanta, ¿qué le hago? No es culpa mía que su personalidad me resulte tan magnífica...

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